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sábado, 7 de noviembre de 2015

Reseña Nº33: Ortodoxia

Ortodoxia (1908)

Elige-un-libro
Gilbert Keith Chesterton (1874-1936)
Acantilado
211 Páginas
Ensayo
ISBN: 978-84-15689-50-8

Muchas personas podrían pensar que leer ensayos es aburrido, quizás algo que no harían por voluntad propia. Al sólo existir las palabras del autor sin diálogos ni una trama interesante sienten que el tedio los inundará. Incluso lo dejan de lado porque creen que simplemente no lo entenderán. 

Yo era ese tipo de persona, no soy un erudito, ni un hombre de letras, soy un simple amante de buenas historias. Pero un día me pregunté: ¿Qué gracia tiene leer algo que doy por hecho que entenderé? ¿Donde está lo nuevo? ¿Lo que me sorprenderá? Prefiero leer algo que me costará entender y el esfuerzo me premiara con un maravilloso descubrimiento.

Cuando lees un libro siempre hay una persona detrás intentando contarte lo que siente y piensa, algunas veces a través de una historia y otras conversando del tema directamente contigo. En Chesterton encontré a una persona brillante que transmite cordialidad, franqueza y alegría. Y da gusto leerlo, te contagia su optimismo y su buen humor en un tema tan delicado como la fe.

Al parecer nuestro polémico Chesterton impactó a la sociedad de su tiempo con la publicación de su libro "Herejes" y muchos críticos de la época lo confrontaron diciendo que no era digno criticar las creencias filosóficas de los demás, ya que él no había predicado con el ejemplo al no explicar la suya.

Entonces Chesterton en respuesta escribió este libro tres años después para explicar sus propias creencias. Pero a nuestro enorme amigo no le gusta el desorden y utiliza una serie de argumentaciones para ir llevando al lector paso a paso al entendimiento del sistema filosófico-religioso en el que él cree.

Este libro es considerado uno de sus mejores ensayos. Chesterton paso de ser pagano a los doce años a ser agnóstico a los dieciséis y en 1908 escribió "Ortodoxia" para explicar cómo terminó siendo partidario del cristianismo sin ser cristiano. Quizás su paradoja más grande, ya que trece años más tarde recién se convertiría al catolicismo.

A través de este texto nos intenta explicar cómo encontró en distintas partes las piezas para ir armando una filosofía ideal para la vida humana y cuando con mucho esfuerzo logró hacer encajar todo, se dio cuenta de que ese sistema filosófico ya existía y que sólo le hubiera bastado con ir a la iglesia para encontrarlo.

Sería demasiado ambicioso de mi parte intentar reseñar en unas pocas líneas la bastedad argumental del autor, pero intentaré dar a conocer de forma bien general algunos puntos que me parecieron interesantes, ya que en cada página encontré una idea nueva y fresca que me causó admiración. Este no es un libro de propaganda cristiana, es una visión desde el exterior de un hombre profundamente racional.

Chesterton baraja diversos argumentos para explicar su tesis, en uno de ellos habla de la locura. Él deja establecido que la locura es una enfermedad. Porque una persona demente no puede observar los matices de la vida, no evalúa opciones, sólo cree en una sola verdad hasta el fin. Lo mismo que un científico o un materialista. En cambió la fe cristiana le da al hombre la posibilidad de creer en algo místico, mientras haya misterio habrá salud. La gente que es libre de decidir, de creer en contradicciones, que aceptan el caos del mundo, esa gente se mantiene cuerda. Los científicos y la gente adoctrinada que creen saber toda la verdad están propensos a enfermar.

El peligro de enloquecer radica en la lógica y no en la imaginación.


La razón es, en sí misma, cuestión de fe, pues afirmar que nuestros pensamientos guardan relación con la realidad no deja de ser un acto de fe.

La prosa de Chesterton es inigualable, nos da explicaciones escritas para que se proyecten imágenes en nuestra mente, no se cansa de dar ejemplos, insiste hasta que te quede claro lo que quiere decir, con unas ocurrencias bastante elegantes que más de alguna vez me sacaron una risotada al puro estilo del autor.

Constantemente afirma que hemos perdido la capacidad de asombro, él nos cuenta que se crío con cuentos de hadas donde todo era maravilloso, donde los colores se apreciaban más, donde no daban nada por hecho y cada acto resultaba maravilloso, el hombre en sí mismo es un milagro y nunca debemos dejar de sorprendernos y agradecer nuestra propia existencia.

El sentido milagroso de la humanidad debería resultarnos siempre más intenso que todas las maravillas del poder, el intelecto, el arte, o la civilización. El hombre como tal, plantado sobre sus dos piernas debería parecernos más conmovedor que cualquier partitura musical... 

Estamos tan acostumbrados a que la ciencia nos haga entender que las cosas pasan porque debía ser así y no porque algo mágico sucedió. Vemos tantas veces salir un pollo de un huevo que damos por hecho que siempre sucederá así. No apreciamos el milagro de que cada día suceda. A Chesterton le gusta decir que eso es mágico y misterioso como en un cuento de hadas.

Ignoramos por qué un huevo se transforma en pollo, igual que desconocemos porque un oso puede transformarse en príncipe encantado. Como ideas, el huevo y el pollo están más alejadas que el oso y el príncipe, pues ningún huevo se parece a un pollo, mientras que hay príncipes que parecen osos.

La ciencia nos ha hecho creer que desde un principio todo ha sido así, que el sol sale todos los días porque es un ser inerte sin vida, y que la reiteración es el resultado siempre de una suerte de ley irrevocable. Pero si ese mismo argumento se lo aplicamos a un niño, podemos apreciar el error, por ejemplo el niño da excesos de patadas porque rebosa de vitalidad y energía, no se cansa de la monotonía, cada patada es nueva para él, es libre y se siente maravillado de lo que puede hacer.

Es posible que Dios le diga todas las mañanas al Sol: "Hazlo otra vez", y que cada noche le diga "Hazlo otra vez" a la Luna. Tal vez las margaritas se parecen entre sí, no por una necesidad automática, sino porque Dios las hace por separado y no se cansa nunca de hacerlas. Cabe la posibilidad de que él comparta ese eterno apetito de la infancia, pues nosotros hemos pecado y envejecido y nuestro Padre es más joven que nosotros.

Así en el transcurso de la lectura me encontré con maravillosas visiones del mundo desde la particular mirada de Chesterton, algunas jamás me las hubiera imaginado y otras son símiles con las de otros autores, incluso reitera ideas que expresó en algunos de sus libros como la filosofía de vida de Innocent Smith en su libro "Manalive". Esa que habla del asombro, del redescubrir cada día el milagro de estar vivos y entender que el "Bien" es uno de los objetos más preciados rescatados del naufragio de la humanidad.

Este mundo no es irracional, ni tampoco racional, en palabras de Chesterton es "casi racional" necesitamos de una filosofía de vida que ame tanto a este mundo que sea capaz de dar la vida por el pero siempre conservando el temor de perderla. Y la respuesta la encontramos en la ortodoxia.

La ortodoxia no es sólo la única salvaguardia de la moralidad y el orden, sino también el único guardián lógico de la libertad, la innovación y el progreso.
Para mí es un honor poder sumar a este blog a un autor tan brillante como Chesterton, aunque mis humildes palabras no están a su altura, estoy muy contento de poder dejar constancia de su pensamiento.

Ricardo Carrión
Administrador del blog

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